Cuatro años después de la expulsión de la princesa Mako, la ley imperial japonesa sigue sin cambios

📅 03/11/2025 👤 Julio Fuente 📂 realeza

Han transcurrido cuatro años desde que Mako de Japón, nieta mayor del emperador emérito Akihito y sobrina del actual emperador Naruhito, tuvo que abandonar la Casa Imperial, perdiendo todos los privilegios que poseía desde su nacimiento. Esta separación de la realeza ocurrió precisamente cuando contrajo matrimonio con Kei Komuro. Este evento marcó el comienzo de una nueva etapa, alejada de las responsabilidades diplomáticas que anteriormente desempeñaba, pero también significó el término de un prolongado período difícil que inició cuando anunció su compromiso con su compañero universitario, quien fue severamente criticado por ser un ciudadano común y, especialmente, por no provenir de una familia con la posición económica que, según los sectores conservadores, justificara un enlace con la realeza. Aunque su caso fue el más publicitado, no es el único. Representa solo uno más de los numerosos ejemplos de princesas japonesas obligadas a dejar su hogar debido a una normativa que, pese a las promesas de revisión desde hace tiempo, permanece sin modificaciones. Mako ya no forma parte de la familia imperial, pero el plazo se reduce para otras como su hermana Kako y su prima Aiko, mientras la Ley de la Casa Imperial continúa estancada en el Parlamento y con escasas expectativas de cambio, incluso cuando por primera vez en la historia una mujer ha accedido al gobierno.

Una nueva vida en Nueva York

Mako de Japón -actualmente Mako Komuro- lleva actualmente una existencia tranquila fuera de su país natal, donde en 1991 se festejó con entusiasmo su llegada al mundo como la primera nieta del emperador, para años después ser condenada públicamente por enamorarse de un compañero de estudios sin linaje real y cuya madre había acumulado deudas para financiar su educación universitaria. Poco después de su boda, celebrada el 26 de octubre de 2021, la pareja se trasladó a Nueva York, donde iniciaron una vida nueva lejos del estrés postraumático y la depresión que ella había padecido al convertirse en el blanco de una campaña de hostigamiento y críticas a nivel nacional con impacto internacional. El esposo de Mako ejerce como abogado, han tenido un hijo y son vistos frecuentemente paseando con el cochecito por el barrio de Hell's Kitchen, integrándose como residentes más de la comunidad.

El precio de la libertad

Para alcanzar esa nueva vida, además de las consecuencias en su salud mental, la princesa Mako tuvo que acatar las normas de la corte japonesa. Esto implicó ser privada de su título y su posición en la Familia Imperial, pero además renunció voluntariamente a todo lo que legítimamente le correspondía, incluyendo la compensación económica que el Estado otorga por la pérdida de derechos; devolvió los obsequios de valor que había recibido de su familia a lo largo de su vida y rechazó una celebración nupcial acorde con su rango, optando por una discreta ceremonia civil que resultó bastante austera. El momento más difícil de este proceso ocurrió cuando emitió una declaración pública asumiendo responsabilidades que no le correspondían, durante una intensa conferencia de prensa que tuvo lugar el mismo día de su matrimonio.

El futuro incierto de las princesas restantes

La historia de Mako ya es irreversible. No obstante, en la Familia Imperial permanecen dos princesas de su generación: su hermana, la princesa Kako, que próximamente cumplirá 31 años, y su prima, la princesa Aiko, que se acerca a los 24 años y es, además, la hija única del emperador. La expectativa siempre ha sido que se modifique la Ley de la Casa Imperial para evitar que ellas sean excluidas. No se contempla que una mujer ocupe el trono de la dinastía reinante más antigua del mundo, pero sería un progreso significativo si se les permitiera conservar su estatus después de casarse y, en su caso, transmitir sus derechos dinásticos a sus hijos varones. Sin embargo, el sistema y el machismo estructural, denunciado incluso por el Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, no están facilitando este cambio, y es importante recordar que estas decisiones no dependen del emperador ni de la familia misma, sino que se rigen por un consejo arcaico que simplemente aplica la ley.

Limitaciones de la ley vigente

La normativa actual, establecida después de la Segunda Guerra Mundial, determina que "el trono debe ser ocupado por un varón de linaje paterno". Esto significa que las mujeres no pueden acceder a la jefatura del Estado, aunque históricamente existieron emperatrices que reinaron por derecho propio. Esta es solo una de las múltiples restricciones que enfrentan las princesas, quienes deben abandonar su hogar, título, derechos, privilegios y funciones institucionales al contraer matrimonio con un ciudadano común.

La desigualdad en los enlaces matrimoniales

En cambio, la situación inversa no presenta problemas: el emperador emérito Akihito se casó con la ciudadana común Michiko Shoda en 1959 y ocuparon el trono treinta años después. Para ella también fue muy difícil, ya que inicialmente la institución no la aceptaba por carecer de sangre real. Sin embargo, contrajeron matrimonio y Michiko obtuvo en los años sesenta un apoyo ciudadano sin precedentes, convirtiéndose en un símbolo de modernidad y democratización. Tuvieron tres hijos (dos hombres y una mujer) que también se casaron con personas no reales, aunque con resultados diferentes. El príncipe Naruhito y Masako Owada hoy son emperadores; el príncipe Fumihito y Kiko Kawashima son los herederos; mientras que la princesa Sayako fue excluida al casarse con Yoshiki Kuroda. Así opera el sistema: el linaje masculino prevalece sobre el femenino, y esta situación se ha mantenido durante tanto tiempo que la Casa Imperial enfrenta riesgo de extinción, ya que durante cuarenta años solo nacieron mujeres.

El problema sucesorio

Fue casi al inicio del nuevo milenio cuando el problema se hizo evidente para las autoridades: el emperador tenía dos hijos varones, pero solo tres nietas. ¿Quién reinaría en el Japón del futuro? Entonces, alrededor de 2004, se constituyó un consejo de expertos en la Ley de la Casa Imperial para deliberar sobre el futuro sucesorio al Trono del Crisantemo, con propuestas que todavía se consideran actualmente, como que los varones de la familia adopten a otros hombres descendientes de las antiguas ramas de la familia imperial como estrategia para ampliar la familia sin conceder derechos a las mujeres.

Estancamiento legislativo

En septiembre de 2006 todo se detuvo con el nacimiento de Hisahito, el único varón de su generación y la gran esperanza para su dinastía. En ese momento, todas las posibles reformas fueron archivadas y, en términos generales, puede afirmarse que dos décadas después el tema permanece en el mismo punto. Los gobiernos cambian, las Naciones Unidas intentan ejercer presión, pero esa ley no se modifica. Ahora, con el histórico acceso al gobierno de la primera mujer, Sanae Takaichi, elegida el 21 de octubre de 2025, algunos vislumbran una posibilidad. Sin embargo, considerando que representa el sector más conservador y nacionalista del PLD (el partido que ha estado bloqueando esta reforma en los últimos años), tampoco parece que vayan a producirse transformaciones significativas en los próximos cuatro años, y quizás para entonces ya sea demasiado tarde para las princesas Kako y Aiko.

Cuatro años después de la expulsión de la princesa Mako, la ley imperial japonesa sigue sin cambios

Créditos de la imagen https://www.hola.com/realeza/20251031862815/cuatro-anos-despues-de-la-expulsion-de-la-princesa-mako-la-ley-imperial-japonesa-sigue-sin-cambios/